Interrogantes
a modo de prólogo
¿Con
quiénes conversamos…?
¿Por
qué conversamos…?
¿Cuándo
conversamos…?
¿Dónde
conversamos…?
¿Cómo
conversamos…?
Algunas personas me han preguntado el por qué Tertulia “es un
espacio para conversar…”
Algunos comentarios previos:
1.- la palabra CHARLA
proviene del italiano “ciarlare” que era lo que hacían los charladores
al relatar las peripecias de Carlo Magno (Charles).
Si bien “charla” es una plática con un determinado objetivo,
también se la puede interpretar como insubstancial y poco productiva. De ahí
que ha derivado en “charlatán” es decir “charla sin sentido serio”.
2.- la palabra HABLAR del latín “fabularis” o sea fábulas.
Estrictamente, el verbo latino “fabulor” significa contar historias.
En castellano medieval la forma era “fablar”, sin que hubiera
perdido aún la “f” inicial. Al día de hoy se utilizan como iguales: hierro y
fierro.
La palabra CONVERSAR proviene del latín “conversari” y
significa “vivir, dar vueltas, en compañía”.
La palabra conversación es diferente al diálogo y al
monólogo; tiene sabor a compañerismo. Proviene del latín “conversatio” y está
formada por el prefijo “con” (reunión) más el verbo “versare” (girar, cambiar,
dar muchas vueltas) o sea que la definimos como el arte de reunirse un grupo de
amigos, quienes se reúnen “con” a exponer diferentes puntos de vista y
modificar (o no) pero siempre ESCUCHAR, su propio punto de vista (y ésto es
importante: escucharse a si mismo) o el de los contertulios o “parroquianos”.
La sinergia
comunicacional donde el todo es mayor
que la suma de las partes, es magia y misterio y, según mi entender, continúa
siendo una incógnita.
Susana B. Biassoni
Prof. en Letras
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