jueves, 15 de octubre de 2015

"Los dos pastorcitos"


"LOS DOS PASTORCITOS" 









Capítulo I

“Los dos pastorcitos”

Había una vez dos pastorcitos. Vivían en una pequeña casa,  rodeada por algunas colinas y cercana a un arroyo de deshielo.

El hermanito menor, recién nacido, enfermó y sus padres debieron alejarse en búsqueda de algún médico que pudiera atenderlo.

Ellos sabían amasar pan y recolectar frutos y, también, verduras de la pequeña huerta.
El padre preparó el viejo carromato, le puso una especie de toldo, algunos víveres y agua.
Forraje para Negrito, nombre que los niños le habían puesto al caballo familiar.

Listos para partir y haciéndoles un sinfín de recomendaciones a Tomás y José… que se cuidaran y realizaran las tareas de cada día. No debían olvidar la higiene finalizadas sus labores, leer todos los días un ratito y  sus oraciones nocturnas cada noche.

La travesía duraría no más de tres días. Debían llegar al pueblo más cercano, distante a ocho leguas aproximadamente. Un día para llegar, el segundo día o ese mismo día, si fuera posible, encontrar al médico y el tercer día para regresar.

Ya había transcurrido el verano y el otoño había llegado…

Capítulo II

 Comieron uvas y melón pero esa noche Tomás y José no pudieron dormir…se acercaba una tormenta.Mucho viento…relámpagos y truenos. Recordaron a sus padres y oraron.Se preguntaban si ellos habrían llegado al pequeño  pueblo…¿Cómo estaría Luisito? El hermanito enfermo…
¿Y Negrito? La travesía no era fácil, debían atravesar colinas y por senderos muy angostos y plagados de espinas.

Al tercer día los pastorcitos hornearon pan, recogieron frutas y verduras y controlaron las ovejas.

Aguardaron hasta muy tarde, la luna cubierta por algunas nubes y comenzaron a sentir frío.
Al día siguiente debían buscar leña (no habían advertido que ya no quedaba), durmieron vestidos.

Cuando el sol calentó algo salieron en búsqueda de ramas secas…todo el día acarreando leños y poder prender el sencillo hogar que no sólo calentaba el lugar, también en él se cocinaba.

Nuevamente la noche…y los padres y el pequeño no regresaban.
Agobiados y tristes se higienizaron y hacia la cama fueron…no comieron.

José, el menor de los dos pronto quedó dormido. Tomás, el mayor quedó pensando…
¿Y si sus padres no regresaban? ¿Cómo cuidarían a las ovejas? Lo poquito que sabían era de acompañar a Domingo, el papá.

Tenían que lavar sus ropas, tarea que siempre realizaba Luisa, la mamá.
Recién en ese instante recordó que habían olvidado el gallinero, como tenían huevos…

Buscar ropa de abrigo en el viejo baúl…Tomás continuaba pensando en todo lo que debían realizar ante la ausencia de sus padres…no podía dormir.

Optó por levantarse… prendió una vela, tomó un papel y un lápiz y comenzó a escribir lo mismo que pensaba; sería más fácil organizarse.

Se alejó por unos instantes de la casa y mirando las estrellas le preguntó al infinito, ¿dónde están…?  ¿por qué no llegan…?


 Capítulo III

Tomás decidió descansar y con la esperanza que sus padres y Luisito pronto regresarían.

Lentamente y con el transcurrir de los días fueron admitiendo y con mucho dolor y tristeza su casi orfandad.

Los días transcurrían…el otoño y sus hojas secas se alejaban y el invierno pronto a llegar.

Una mañana,  José no despertó como siempre…su hermano tocó su frente, apoyó sus labios y supo que tenía fiebre. Tomás hizo lo que su madre sabía hacer.

En sueños veía a su mamá cuidando a Lusito y sintió algo de celos… ¿y él?

Tomás ventiló la habitación, no sin antes asegurarse que no hubiera corriente de aire…
Aplicó compresas de agua fresca sobre su frente, sus muñecas y la parte posterior de su cuello…

Como ya casi era invierno muchas naranjas y pomelos…preparó jugo…

Y…y recordó  (tuvo que hacer un gran esfuerzo) un té que les preparaba Luisa.
Hirvió pétalos secos de la flor de girasol…las dejó descansar diez minutos…luego las filtró y  endulzó con miel…

Su mamá siempre les comentaba que era una receta casera de su abuela…y así lo hizo Tomás.

Pasaron siete  u ocho días y José mejoraba lentamente…quería levantarse y ayudar a su hermano. Tomás no se lo permitió.

Tomaban sopa de gallina con algunas verduras de la huerta…
Si bien algo más delgado José estuvo bien pero Tomás persistía en su posición “no tomes frío”, “no salgas al campo”…no y más no.

Tomás  niño (casi adolescente) se convirtió en todo un hombrecito…

Juntos, José y Tomás, decidieron que si sus padres no llegaban en primavera irían a “La Posta” (nombre del pueblito) a saber de ellos. El frío y la nieve…no eran sus mejores aliados en esos momentos.

Leños tenían…el agua era el problema. El arroyito con bajas temperaturas se congelaba. Optaron por hacer acopio…para higiene personal, para la cocina, para  lavar sus ropas y para limpiar la casa. Todo un desafío…y todo producto de sus fantasías, tal vez algo de escarcha pero en cuanto calentaba el sol todo estaba bien.

¿Y las ovejas…?

Olvidé comentarles que la presencia de Inquieto, el perro familiar, era la gran ayuda de los niños y sus incógnitas.

Lo único que recordaban que su papá y, cada tanto, subía al carromato…traía un carnero y luego lo devolvía. Desconocían el por qué… Sí sabían que las ovejas debían pastorear…

Una mañana… ¡oh sorpresa! Habían nacido dos corderitos. Mamá oveja los vigilaba en sus juegos, ¡cuánta ternura!

Si bien era invierno…parecía que con el acontecimiento la primavera había llegado…faltaba todavía.

Imaginaron que esos dos corderitos eran ellos y que su mamá miraba sus juegos…en silencio lloraban.

Capítulo IV

 Decidieron acostarse y dormir…pronto llegaría la primavera y buscarían a sus padres y a Luisito.

Y en un abrir y cerrar de sus tristes ojos llegó la Señora Primavera, vestida de múltiples colores y engalanada con perfumes…

Intentaban despertar y no podían…cuando lo lograron, nada entendían y todo desconocían.

Una voz les decía -niños a desayunar-, el sol se filtraba, tímidamente, por las ventanas.
Miraron su habitación…no era la misma.

La misma voz los nombraba y les recordaba que debían aprontar sus útiles…llegarían tarde a la escuela.

El micro escolar pronto los buscaría.

-Vuestro padre ya salió, tiene hoy una importante reunión de trabajo” y más tarde -debo  realizar unas compras con la abuela.  Clarisa los cuidará hasta que regrese a casa-.
-Niños…no se demoren… ¡siempre a último momento ordenan vuestros portafolios!-

¡Oh Señor! Se dijeron a ellos mismos; ¿quiénes somos?; ¿cuál es nuestra realidad?
¿Y Luisito? Intentaron escuchar el llanto del pequeño…no, nada escucharon.

¿Habían soñado ser dos pastorcitos? o ¿ahora estaban soñando?

Decidieron realizar lo que la voz les decía…cuando bajaron a la cocina, Luisa se acerca y les dice -remolones, ¡cómo cuesta despertarlos!-  Y besó a los niños.

Subieron al micro y partieron (algo dormidos) hacia la escuela.
Otros niños y niñas los saludaban… ¡los conocían!, Tomás y José apenitas si sonreían.

¿Y Luisito?

¿El mismo sueño los dos? No, no podía ser… pero era.

- Niños ya llegué y pronto llegará vuestro padre-
- ¿Por favor, pueden poner la mesa?-

Llegó Domingo, dejó su sombreo y su abrigo, higienizó sus manos y le mostró a su esposa un long play que había comprado (nota: escuchar la melodía al finalizar de leer el cuento)
Ya en la mesa le dice a su esposa “tengo una noticia”.

-Como bien sabes hoy estuve en una reunión de trabajo…la Empresa cierra…algún dinero me darán y si vendemos la casa y el auto y si estás de acuerdo comenzaremos nuevamente en otro lugar-
Luisa quiso hablar y él le dijo -espera que termine, luego te escucho a ti y a los niños- 

-Al principio será un poco difícil… pero algo recuerdo de cuando era niño, deberé estudiar y los niños podrán ayudarme.

Compraremos un rebaño de ovejas e iniciaremos, lentamente, nuestra propia industria-
Luisa preguntó… ¿cómo se llama el lugar al que iremos? Y Domingo respondió “La Posta”.

Los ojos de Luisa comenzaron a  lagrimear y él dijo “no te atormentes” diré que no.

Y ella dijo…hoy no fui de compras…tenía turno con un médico y dirigiéndose a su esposo y a sus hijos les dijo “tú serás papá y ustedes tendrán un hermanito”

Al unísono los niños respondieron… se llamará Luisito.

Los padres prendieron el  tocadiscos y comenzaron a bailar…
Tomás y José se miraban y sonreían…

© Susana B. Biassoni

FIN

*“Sol Huevo”  Vladimir Kush (contemporáneo)




Más imágenes del Cuento en: 
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